Muchas veces en la misma piedra |
Las dudas de Castellano demuestran que la U. D. es capaz de lo mejor y lo peor |
Patricio Viñayo.4.4.99 La U. D. puede perder la apuesta del ascenso esta temporada por las dudas, más que por los errores. Lo que ocurrió el pasado sábado en Lérida confirma una vez más que este equipo puede presentar caras muy distintas a poco que se hagan algunos retoques. Dos cambios en el descanso hicieron que cambiara de careta. Pero no sólo fueron dos hombres que sustituyen a dos compañeros, fue más. Cambio de estrategia En términos militares, la estrategia es un plan de acción amplio, global, que se puede dividir en fases, como está ocurriendo ahora mismo en Yugoslavia. En fútbol se presiente ese término y se reduce su aplicación a las jugadas a balón parado. Pero si respetamos la terminología de origen un equipo salta al campo con una estrategia ya definida. La alineación es el primer indicio de por dónde van los tiros. Contra el Lérida, Paco Castellano dispuso en el centro del campo tres hombres que se caracterizan más por su sentido del equilibrio defensivo que por su dotes ofensivas. Óscar, Vinny Samways y Josico eran tres hombres más interesados en controlar el tráfico por la medular que en adelantar el balón hacia posiciones más avanzadas. El caso del inglés viene a ser ya reiterativo. Siempre hay que hacer la salvedad de que es un centrocampista de calidad incuestionable, entrega ilimitada y una obsesión por ganar que lo puede hacer pieza fundamental en cualquier conjunto. Sin embargo, desde su llegada a Gran Canaria nunca ha encontrado un sitio de privilegio frente a sus compañeros, como en su primera temporada. Con la llegada de Óscar se abrió un debate sobre la incompatibilidad de los dos en el campo. La discusión se justificaba con la tendencia de ambos a ocupar el mismo espacio, pero fue perdiendo peso tal disyuntiva por la facilidad con que Vinny abandona su zona asignada y la capacidad del asturiano para ocupar el centro de gravedad del equipo en cualquier circunstancia. Josico llegó a Las Palmas en una operación que cristalizaba el interés del club por deshacerse de Walter Pico. Es un futbolista joven, internacional con las selecciones inferiores, bregador y del que Iñaki Sáez dijo que sería titular en cualquier equipo porque todos los entrenadores aprecian el trabajo oscuro de un destructor profesional e incansable. Si estos tres hombres coinciden en una misma alineación, a pesar de esporádicas jugadas con verticalidad que pudieran protagonizar, la intención clara es más de contener que de desbordar. No hay que avergonzarse por ello, pero tampoco puede negarse que esto es así por temor a ser acusado de falta de ambición. Es una opción que puede traer buenos resultados, pero no se puede decir que sea una opción atrevida. Del rombo a la línea Cuando Álex y Socorro sustituyen tras el descanso a Samways y Óscar se evita que tres hombres contando con Josico vayan estorbándose por el centro, al que suele tender también Robaina. Con Álex claramente situado en banda derecha y Socorro en banda izquierda, Josico supo exactamente dónde está y qué hacer: recuperar balones haciendo de escudero de Robaina, y pasarla a la menor oportunidad. No dio ni un solo pase largo. Robaina, por su parte, se encontró protegido a su derecha y estimulado por la izquierda. La sociedad de feliz entendimiento la completaba Álex, que, igual que contra el Málaga en los minutos que jugó lesionado, ocupó con clase, sobriedad e ideas sencillas la banda derecha, más en las proximidades del área rival que en la propia. De un rombo desdibujado se pasó a una nítida línea de cuatro centrocampistas que se repartían el espacio y el trabajo sin discusión alguna. La quinta velocidad La reacción desatada fue ganando eslabones hacia atrás y hacia adelante: hacia atrás por que Herrera (que salvó como pudo el compromiso de encargarse del lado derecho de la retaguardia) se vio liberado del impulso de subir la pelota, cosa que hizo con nula fortuna en la primera mitad. Ahora estaba Álex perfectamente situado delante de él para asumir esa función. La defensa ganó, por tanto, estabilidad. El centro del campo ganó responsabilidad sobre las acciones del juego que de forma natural le competen. En ataque tuvo el efecto parecido. Las inútiles carreras de Orlando y Renaldo buscando balones mal dirigidos, siempre de espaldas a la portería contraria, fueron sustituidas por desmarques con intención, espacios que surgen de la nada y el acompañamiento de centrocampistas ofensivos que nutrían con mayor fe la vanguardia. En consecuencia, se desató el efecto dominó del que hablaba la crónica de ayer desde la primera a la tercera línea. ¿Por qué tanta duda» Es la pregunta del millón de euros. Si Las Palmas hubiera ganado con los mismos hombres que empezaron el encuentro seguramente no estaríamos hablando de titubeos. Cuando las cosas ya han ocurrido es fácil detectar los errores. Por eso mismo, cuando las cosas han ocurrido varias veces es menos justificable aun cometer el mismo error. Desde los primeros partidos de la temporada Castellano ha manifestado públicamente la escasa circulación del balón por las bandas en partidos que no se pusieron de cara a los intereses amarillos. Meses después hay que errar durante 45 minutos para recordar que el fallo ya se había detectado en los primeros compases de la campaña. Estos reiterados desaciertos sólo cabe achacárselos al entrenador. En ocasiones se ha culpado a los futbolistas de falta de experiencia (el empate del Málaga en el Insular) o de falta de compromiso con la victoria (4-0 en El Sadar); ahora, en cambio, ellos han demostrado que saben hacer, siempre y cuando les dejen hacer. Se habla mucho de la falta de definición que padece Eloy, pero no se habla nada del porcentaje de balones claros que se le facilitan en comparación a los que disfrutaba las últimas temporadas en Elche, o la última de amarillo. Esta invitación a la reflexión es sólo un botón de muestra que toma como referencia un caso concreto. Pero hay bastante más. |