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Patricio Viñayo. 25.4.99 Nadie sabe los caminos que recorren las ideas del entrenador de la Unión Deportiva, pero razones de peso tendría para sustituir al debutante Miguel Ángel Molina a seis minutos del descanso. Es cierto que el chico no estuvo afortunado. Se mostró lento, tal vez intentando aparentar tranquilidad. Pero, sobre todo, se le notó fuera de sitio, como si dudara entre quedarse guardando una zona de compañía a Sarasua o salir al paso de los atacantes que se abrían hacia la banda. En ese temor de pecar de excesivo atrevimiento alejándose de una zona asignada o de seguir su instinto de defensa libre se condenó a transitar por tierra de nadie. Tampoco lo tuvo fácil por ese lado, en el que tanto Juan Carlos como Velasco (internacional en las inferiores) buscaron con eficacia la espalda de Merino, muy recriminado ayer por el público. Sin embargo, una tarjeta amarilla podía justificar su relevo sin hacer ver al aficionado que el debut de Molina no fue feliz, siempre y cuando se hubiera quedado en el vestuario aprovechando el descanso. La discreción, ya se sabe, es una virtud exquisita. Y ayer, de forma casi unánime, el público abroncó la decisión del técnico porque el aficionado amarillo quiere como pocos a los jugadores de la cantera y no les gusta que sufran un gesto casi humillante que podría haberse evitado fácilmente. Lo que no se evitó cinco minutos después fue el gol, gestado precisamente por la zona que ocupaba Molina. Muchos espectadores han reconocido (de sabios es rectificar) que en otros momentos se dejaron llevar indecorosamente por la ira de los malos resultados y la pagaron con los más débiles: aquellos jugadores que no tienen gran currículum deportivo, pero suelen caer en la fatalidad de verse en las alineaciones de los partidos más caldeados. Si todas las figuras piden continuidad, ¿cómo no va a necesitaría un canterano? Lo primero que hizo Molina en el partido fue despejar de tacón un balón suelto sobre la banda que cayó a pies de un rival que pudo abrir el marcador tras esa desafortunada acción. Antes, ya Molina había intercambiado con Gluscevic empujones y algún insulto. En el minuto 25, Tsartas lo dejó atrás con pasmosa facilidad. En el 36, Molina sacó de banda por la grada Sur y el público aprovechó para darle ánimos con un sonoro aplauso. Tal vez por eso no entendieron que tres minutos después sacrificara Castellano al debutante en un equipo que no funcionaba colectivamente. Por cierto, es una reflexión ventajista por ser a toro pasado, pero hay que hacerla. Lo bueno del relevo fue ver en acción a Bjeliça. ¿Han comprobado qué clase de jugador se ha quedado casi toda la temporada en el banquillo? |